Tom, el ambiguo reemplazo de Guillaume

Tom describe con letras azules un dolor que no le permite llorar, ha perdido a su verdadero amor: Guillaume. Ahora lo único por hacer es reemplazarlo. ¿Tom reemplazará el amor de Guillaume con el de alguien más o Tom tomará el lugar de Guillaume? Ambigüedad, juegos de palabras, simbolismos y seducción es Tom en el granero (2013).

Tom en el granero (2013)

Xavier Dolan dirige y actúa esta tan tormentosa como fascinante cinta de queer cinema. La historia del enmarañado Tom (Xavier Dolan) avanza a través de una inteligente forma cinematográfica, en una cadena de acciones sostenidas bajo el suspenso, el film noir, el terror e incluso el romance. Tom en el granero es una adaptación de la obra teatral homónima de Michel Marc Bouchard.
Dolan explora en este filme el duelo vivido por un joven homosexual tras la pérdida de su pareja. A partir de planos panorámicos y sombríos, muy al estilo Hitchcock, crea tensión y suspenso para alejarse del drama, y refuerza a través del cierre de encuadres cuando el mundo del protagonista se vuelve pequeño, un recurso característico del director, explotado mucho más en Mommy (2014).



Tom en el granero
Pero este duelo es sólo el inicio para el planteamiento de otros temas, como la identidad sexual, los celos y la dependencia emocional, la soledad y las relaciones familiares. Así, Tom acudirá al funeral de Guillaume, enfrentará las preguntas y exigencias de la familia de su ex compañero, y poco a poco, las circunstancias lo convertirán en Guillaume, no sin que la resistencia, la confusión y el temor lo obliguen a perder la noción del tiempo.
No obstante, ninguno de los tópicos anteriores estaría tan bien ilustrado sin el brillante simbolismo utilizado por Dolan para decir mucho sin explicar directamente. Elementos como el granero, las vacas y la falta de cobertura telefónica en el celular de Tom, señalan su falta de pertenencia al lugar donde se encuentra.
Son también los colores simbólicos y fundamentales. El cabello seco y amarillo de Tom, tan similar al maíz de la granja, con sus hojas amenazantes, tan hostiles y peligrosas como el ambiente a su alrededor. Es imposible no señalar la frustración y desesperación provocadas por la cabellera revuelta de Tom, cuyo peinado no permite ver sus ojos. Estas emociones afloran mucho más cuando Tom ya no es Tom, sino el reemplazo de Guillaume que no quiere ser descubierto. El recién fallecido regresa a la vida como Tom, vestido con un suéter verde y dotado de una extraordinaria destreza para el tango.
El filme crece en complejidad cuando Tom, consiente de las diferencias ideológicas de su entorno, entra en la oscuridad y acepta las reglas de un juego perverso propuesto por Francis (Pierre-Yves Cardinal), hermano de Guillaume. Tom no necesita reafirmar su sexualidad, pero despertará en Francis deseos reprimidos desde la infancia. Éste será la fuerza y el poder en apariencia; en profundidad, el dolor y la tristeza por haber perdido un hermano, una pareja de baile, y sí, también un amante prohibido. Por lo anterior, merece especial atención la herida cerca de la boca de Tom y su esperado encuentro con la verdad.
          

En Tom en el granero, la música y el baile son seducción, pasión y suspenso, exaltan las emociones más hondas de los personajes. La música incidental aparece acertadamente en momentos decisivos para el protagonista. Cuando Tom está en peligro o debe tomar decisiones, la música lo envuelve y previene: algo sucederá y no será bueno. En cambio, las emotivas letras de las canciones elegidas como banda sonora corresponden a sentimientos y emociones experimentados por Tom a lo largo de la película.
El ingenio de Dolan como director y actor se reafirma en una pieza de tango ejecutada con maestría teatral entre Tom y Francis, la cual representa su entrega, el momento cuando se asumen como una dupla, en donde uno será el sometido y el otro someterá sin piedad. Dolan quiere ser un artista integral, entonces aprovecha la luz cálida para enmarcar los momentos de romance, endulza con amarillos la sensualidad y sexualidad de ambos personajes, a veces como luz natural presente en el granero, otras como los faros (ojos testigos) de una camioneta, y finalmente como la verdad en el bar Les vraies affaires.
Este 20 de marzo, el joven Xavier Dolan cumplió 27 años, y podrá celebrar que a su edad ha sabido conjugar los elementos cinematográficos para generar un estilo propio justificando las exuberancias, ya que sus creaciones son congruentes al responder a las necesidades de sus historias abrumadoras, convulsas, pasionales y nada fáciles de olvidar.
¡Feliz cumpleaños, Xavier Dolan!
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