Deseando amar, la memoria fragmentada del amor

La señora Chan escucha la música de un violín, el mundo se vuelve lento y el resto de los humanos deja de existir. Los colores brillantes envuelven su figura y la luz cálida recuerda que es tiempo de amar. Ella mira la nada a través de la ventana, pero su pensamiento busca al señor Chow. La señora Chan parece triste, está enamorada.

Deseando amar
Deseando amar (2000)


Así es Deseando amar (2000) de Wong Kar-Wai, sensible a la música y a los colores para construir emociones, establecer conexiones entre sus personajes y ser un filme extraordinariamente bello a pesar de su compleja estructura narrativa no cronológica, la cual pide atención y una flexible interpretación del espectador.
Sus protagonistas, la señora Chan (Maggie Cheung) y el señor Chow (Tony Leung Chiu Wai) son vecinos en algún edificio de algún lugar de Hong Kong. El tiempo en que sucede la historia es el año 1,962 o 1,966 o posiblemente es la memoria del señor Chow quien lo decide. Chan y Chow pasan mucho tiempo solos y por lo tanto juntos, ya que sus respectivas parejas viajan mucho; un día descubren que éstas mantienen una relación extra marital entre sí. Poco a poco, Chan y Chow establecen una amistad y luego un vínculo inseparable en sus memorias.
Deseando amar es íntima y cercana, explota los planos medios en las escenas que involucran a los personajes principales, para generar la presencia invisible de una fuerza exterior que propicia los escenarios adecuados para el enamoramiento entre Chan y Chow, como los angostos callejones, los pasillos estrechos y la lluvia. Wong Kar-Wai apuesta por el nacimiento natural de la simpatía entre dos personas: una coincidencia en la calle deja de ser convencional, común y rutinaria en el mundo del director japonés, gracias a la música y a los diálogos que la acompañan.
Al no seguir un montaje secuencial, la cinta se sirve del vestuario elegante y característico de aquella época para contar la historia. Pareciera que hay momentos de larga duración o escenas repetidas, sin embargo es un cambio de vestido de Chan o de traje de Chow el elemento que ayuda a distinguir las diferentes ocasiones (sí muy similares) ocurridas entre los protagonistas. Otras veces, el filme no permite ver más que objetos siendo manipulados por personajes sin definir, es ahí cuando el espectador debe dar más atención a lo que mira, pues pueden ser unas pantuflas el detalle que confunda o aclare la vista.
Como In the mood of love internacionalmente, Deseando amar en España y Con ánimo de amar en Argentina, esta obra se apoya de la música para hacer justicia a su título. Destaca el violín del compositor americano Michael Galasso, utilizado estratégicamente cuando los protagonistas permiten ver un estado emocional estremecido de variados sentimientos como la confusión, el miedo, la tristeza, la culpa… Pero esta obra se convierte en magistral cuando aparecen dos canciones en español interpretadas por Nat King Cole, cuyo idioma y contenido refuerzan el sentido universal y humano del enamoramiento. Además, uno de los boleros acompaña un juego en el que los protagonistas parecen interpretar a sus parejas, probablemente la canción es el augurio de la profunda correspondencia que sucederá después.
Los personajes secundarios complementan la trama de la película; el jefe de la señora Chan refuerza el tema de la infidelidad y el amigo del señor Chow la secrecía. Con ellos y repetidos ensayos de situaciones determinantes en una relación de pareja, como un rompimiento, la cinta se complica al grado de no saber exactamente quiénes son los infieles, quiénes se aman realmente y quiénes sufren las consecuencias de ello. Es así, la elipsis de Deseando amar la conexión dinámica e innovadora que la diferencia de otros dramas amorosos.


La magnificencia de los años pasa como las flores, es la traducción literal del japonés al español de este largometraje, el cual explora poéticamente con cada expresión de sus actores una representación de la memoria fragmentada de los seres humanos, quienes de tanto recordar reacomodan los hechos a su merced.
Este filme añora los detalles efímeros y los convierte en monumentos dignos de visitar, vivencias que no deben ser guardadas bajo el barro. El tiempo y las emociones son inseparables, no vive una sin la otra, y la pasión y el deseo no mueren al pasar las horas, los días, los meses ni los años. Deseando amar es convulsa y majestuosa como la vida misma, donde los recuerdos viven mientras la memoria lo permite. El orden y los detalles exactos se desgastan al tiempo y gracias a ello mejoran.
Wong Kar-wai encontró la mejor manera de retratar el amor sin hablar de él, sin tocarlo ni consumarlo, y el resultado es excepcional.

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